Si bien nos encontramos marchando hacia adelante con la desescalada frente al COVID-19, no se puede negar la precuela que esta pandemia nos está dejando y que permanecerá con nosotros un tiempo relativamente largo: nuestra forma de relacionarnos con las personas.
Los seres humanos somos relación, no podemos concebirnos como tal si nos quitamos este acto tan natural y propio que nos define. Sin embargo, nuestras formas de relacionarnos -al menos de la forma que conocíamos hasta antes de la pandemia- se han visto alteradas y es hora de que, para poder mantenerlas sin dañarlas, nos adaptemos y busquemos nuevas vías. Ahora que no podemos tocarnos, que debemos mantener dos metros de distancia, que tenemos que hablar con otros a través de una mascarilla, y que por supuesto, debemos limitar los abrazos y besos, ¿cómo es posible relacionarnos? ¿Cómo nos afecta todo esto? Esto es algo que desde TAInte venimos peguntándonos ya hace varias semanas atrás, ya que nuestra forma de trabajar con las personas siempre se ha centrado en esta pureza del acercamiento humano, de lo sensorial, de nuestros cuerpos como medios y espacios para la creación y relación. Pero es necesario adaptarnos para poder seguir cuidando y cuidándonos.

Con-tacto: acercándonos desde la creatividad
Esta idea de la adaptación nos ha hecho pensar muchísimo en la resiliencia -término que abordamos la semana pasada en este mismo espacio- pero no solo en la resiliencia como tal, sino en la resiliencia de las personas con diversidad funcional e intelectual (ámbito en el que nos enfocamos y especializamos). Si bien muchas veces la diversidad se percibe a primera y simple vista como discapacidad, a lo largo de nuestra experiencia laboral hemos podido notar que esa diversidad es un espacio puro en el que las personas se potencian, se adaptan y con lo que tienen, son, crean y viven. Y es que, si bien estamos acostumbrados a mirar a personas con algún tipo de déficit o limitación, a veces no nos sentimos preparados, ni incluso sabemos cómo atravesar esa frontera para ver a una persona que no solo se adapta al entorno integrando la diversidad de ese déficit o limitación, sino que además lo hace desde la acción potencial de su capacidad creativa.
Adaptación. Una de las palabras que va definiendo lo que viene a ser el 2020. El trabajo en el ámbito de la diversidad funcional e intelectual que desarrollamos en TAInte está centrado en el contacto físico, ya que es a partir de esta acción por la cual se desarrolla el vínculo terapéutico – afectivo con los pacientes. ¿Cómo podemos atender esto sin que el vínculo afectivo se vea mermado? Ahora que estamos a punto de retomar algunos de nuestros casos particulares, hemos estado pensando cómo podíamos desarrollar y/o mantener este vínculo con todas las medidas que desde el gobierno y la sanidad pública se nos está pidiendo tener en cuenta, sin dejar de apuntar hacia una salud y bienestar integral.

Con-tacto: intervenciones en el espacio público
Partiendo de esta idea, buscaremos formas de generar puentes de interacción usando propuestas de creación artísticas que partan de la arteterapia para favorecer nuevas formas de relacionarnos que no impliquen un contacto físico, con el fin de recurrir a nuestra capacidad creativa –tal y como lo hacen las personas con diversidad funcional e intelectual- a la hora de afrontar las diferentes situaciones que se están desencadenando a causa de la pandemia y ser co-creadores de esta nueva realidad, de esta nueva forma de relacionarnos. Vamos a jugar con las normas establecidas, vamos a crear recursos, vamos a crear con lo que hay, vamos a retomar con-tacto.